Una placa que oculta y que descubre

2010 octubre

La historia de la instalación de esta placa por parte de las autoridades municipales del distrito tiene su interés, ya que revela los vicios y defectos de una política pública de la memoria a escala urbana.

Todo empezó con el anuncio para el jueves 26 de noviembre de 2009 del descubrimiento de una placa en recuerdo de la prisión de mujeres de Les Corts, a las 17.30 h. de la tarde, dentro de los actos de conmemoración del Día internacional de la No Violencia contra las Mujeres.

Dos problemas presentaba, sin embargo, la iniciativa. El primero era su carácter unilateral y la falta de coordinación con otros actores, tanto del mundo asociativo vecinal o memorial como del oficial, como el Memorial Democrátic de la Generalitat de Catalunya, que estaba interesado en señalizar debidamente el espacio de la antigua prisión.

Por otra parte, el texto de la placa obviaba toda referencia a la propia dictadura franquista, la que presidió la mayor parte de la historia del establecimiento: 16 años. Al parecer el texto había sido consensuado con el propietario del muro donde se instaló la placa –El Corte Inglés- que prefirió “no herir susceptibilidades”. Un poderoso agente privado, pues, venía a condicionar un ejercicio de memoria pública institucional desde arriba.

El resultado fue un aluvión de críticas –manifiesto de la Associació de Expresos Polítics, protestas de los responsables del Memorial Democràtic- que derivaron en la discreta retirada de la iniciativa, sin explicación alguna, por la autoridad municipal.

Fue sin embargo, una maniobra temporal, ya que cerca de un año después, el 1 de octubre de 2010, la regidora del distrito procedió al descubrimiento de la placa, esta vez en el marco de la fiesta mayor. La placa original, con el mismo texto, fue instalada en el lugar prefijado, y a una altura tan elevada que dificultaba enormemente su lectura.

Interesante al respecto fue el comentario de Llibertat Canela, hija de Francisca Conejero, que ingresó en Les Corts en abril de 1939. Llibertat, que también venía demandando una placa digna desde hacía tiempo declaró lo siguiente: “Para mí, [la placa] es pequeña. pero dicen que vale más poco que nada".

La "pequeña placa" no resolvió, en suma, la dimensión memorial en el espacio de la prisión desaparecida, pese a que existía una demanda manifestada en la cantidad de personas que acudieron al acto. 

A la luz del tiempo transcurrido, podemos entender aquella primera placa como un elemento significativo tanto por lo que decía como por lo que ocultaba (un pasado incómodo). Pero, sobre todo, porque daba la pauta de cómo no había qie hacer las cosas: no desde arriba, sino desde abajo, a partir del concurso más amplio posible de los agentes sociales implicados.